SEGUNDA LÍNEA TEMPORAL


Capítulo 10

 

Huevo de Pascua

 

El tiempo se detiene, te derrumba como una estampida de trenes,

Tienes poderes ilimitados, que no funcionan con tus seres amados,

Tus ojos solo reflejan, la felicidad que se aleja,

Rompes las cadenas, pero no eres libre de ninguna manera.




 

El viaje era al otro lado del mundo, y temerosos se preguntaban si no los estarían esperando allí, de todas formas estaban decididos a correr el riesgo como había sucedido hasta ahora.

 

Cuando el tráiler llegó a las coordenadas de la isla de Pascua, no había más que agua, sin rastros de las cabezas gigantes. No tuvieron más remedio que aterrizar en un islote cercano.

 

            —Querida, ¿estas segura que estas eran las coordenadas? — le preguntaba Norc a Eliz.

 

            —Claro que sí, es lo que hay en la aplicación de la Tablet antigua, no debería haber error, así encontramos el templo de Abu Simbel — respondió Eliz, aunque con algo de duda, sin saber por qué la isla no se encontraba allí.

 

            —La Tierra ha sufrido bastantes modificaciones geológicas, por eso ahora se llama Nova Terra, tal vez la isla aún está ahí pero no la vemos — el viejo Kairós trató de dar una hipótesis al problema.

 

            —¿Quieres decir que la isla está hundida? — preguntó preocupada Danna.

 

            —Sí está hundida en el mar, no podría entrar, el agua me desintegraría — aclaró Piñato a sus compañeros, una debilidad que ninguno de ellos conocía, claro a excepción del viejo, que aun resultaba un misterio cómo sabía tantos datos del zukariano—. Pero hay una posibilidad, si alguno de ustedes pudiera nadar e inspeccionar el área, al menos sabríamos como está la situación allí abajo.

 

            —Yo lo hago — dijo sin dudarlo la terrícola—, en la secundaria fui la mejor nadadora, creo que aún tengo el toque— le pico un ojo a Piñato y de inmediato se quitó los zapatos y corrió desde la costa del islote hacía dónde señalaban las coordenadas, mientras se hundía en el agua.

 

La muchacha revisó rápidamente el fondo, tanto como pudo aguantar la respiración y volvió nadando hacia la orilla.

 

            —Parece que la isla aún está ahí, sumergida unos cuantos metros en el mar, en uno de sus costados se logra identificar una entrada, como si fuera un templo bajo la superficie de esa isla hundida. Podría bajar hasta allí y revisar que el interior no esté inundado del todo— les explicó la entusiasta mujer, que estaba emocionada porque estaban llegando al final, y seguramente podría volver a ver a su hija.

 

            —Llévese esto — Piñato le alcanzó el dispensador de Burbupura a Danna — si hay un lugar seguro allí adentro, dispare uno de estos portales. Intente disparando la primera Burbupura aquí en la costa.

 

No fue complicado disparar la burbuja teletransportadora, además el aparato no tenía restricción genética. Luego de eso, se sujetó el dispensador en el brazo y empezó a nadar sobre la superficie lo más que pudo para estar exactamente encima de aquella entrada que había visto. Bajó de manera vertical para ahorrar tiempo. Cuando alcanzó la entrada no vio forma de abrirla. Revisó cada esquina pero no había cerraduras. Ya casi sin aire el camino a la superficie se veía eterno, pero entonces alcanzó a ver una hendidura a un costado con forma de mano, instintivamente colocó su mano en ella y entonces la compuerta empezó a abrirse hacia arriba, ella se dirigió rápidamente a la base de la puerta para entrar lo más rápido posible. Ya no aguantaba más la respiración. Apenas pudo introducir su cabeza en la entrada que ya dejaba ver una luz en su interior, empujó todo su cuerpo hacia adentro. Al parecer una barrera en la entrada evitaba que el interior se inundara, pero le permitía pasar sin ningún problema, como si fuera una cascada. Ya en el interior disparó la Burbupura para llamar a sus amigos, cuando estuvieron todos juntos, miraron la colosal estructura que había descubierto. Avanzando un poco por el gran corredor, que tenía inscripciones y grabados de distintas culturas. Llegaron a una gran escalera que bajaba alrededor de una enorme caída, de dónde provenía una luz intensa, que iluminaba todo el recinto.

 

Luego de un largo rato de bajar aquella escalera, vieron ante ellos una gigantesca sala rodeada de altas y anchas entradas, que daban a más pasillos, pero en el centro de la sala estaba lo más sorprendente. Lo que ahora podían identificar más fácil desde esa perspectiva, era un huevo de por lo menos cinco metros de alto, con múltiples ondas luminosas de color azul moviéndose en su interior, a Piñato le recordaba el cubo de rubik en su cinturón, que por cierto empezó a iluminarse en leves parpadeos.

 

            —Sí el cubo está reaccionando, quiere decir que esta es la máquina del tiempo — dijo Piñato mientras se acercaba al imponente objeto.

 

            —¿Sabes cómo usarla? — preguntó el viejo vagabundo, mientras admiraba casi hipnotizado aquel huevo.

 

Piñato revisó la base del huevo, había una serie de perillas de roca situadas en el piso, que podían girarse a voluntad, de seguro para marcar una fecha. Los grabados en la roca indicaban cantidades del 0 al 9 con simples líneas. El viajero del tiempo y el espacio, giró las dos últimas para dejarlas en el número 1, el resto las dejó en cero, así retrocederían 11 años, el tiempo suficiente para volver a su planeta y arreglar sus problemas. Aunque un tiempo muy anterior para Danna, que no hubiera necesitado más que un año para evitar que su hija fuera picada.

 

            —Voy a viajar 11 años atrás, no tiene por qué viajar conmigo. Cuando arregle el lio en mi planeta volveré a la Tierra y arreglare el suyo — le dijo Piñato a Danna, tratando de convencerla.

 

            —No sé bien como funcione el asunto del tiempo, solo sé que quiero conservar todo esto que hemos vivido, si no voy contigo, será como si nada hubiera ocurrido — le dijo Danna decidida a ir con el muñeco parlanchín.

 

            —Pues no siendo más…— Piñato no pudo terminar de decir la frase cuando estruendosos ruidos llegaban desde los corredores que los rodeaban. Gigantes de roca, con cabezas tan grandes que ocupaban la mitad de su cuerpo, se acercaban hacia ellos.

 

Los moáis, protectores de la isla los estaban rodeando, y aunque Piñato trató de abrir rápidamente la compuerta del huevo, el temblor de un moái golpeando con sus enormes manos el suelo, los descompensó e hizo girar el huevo hacia un costado, causando que éste se apagara. Todo quedó a oscuras, solo se veía el pequeño cubo de rubik alumbrando. Era claro que debía usarlo de nuevo, así que se dispuso a sacarlo de su bolsa y recibió una patada enorme que no vio venir en medio de la oscuridad, el cubo salió a volar fuera de él. Aunque Danna fue por el cubo y trato de usarlo, este no se movió ni una pizca.

El zukariano la instó a que le arrojara el aparato, pero un gigante ya la había tomado con ambas manos dejándola inmóvil y con el cubo incómodamente incrustado entre los dedos. Piñato absorbió el Caramelo Número Cuatro, creció cuanto pudo, tratando de atinar golpes en la oscuridad para apartar a los gigantes de roca y llegar hacía el gigante que tenía a Danna capturada, pero parecía que eran demasiados, entonces absorbió el Caramelo Número Dos y con simples movimientos de manos los apartaba a su voluntad, dejándolo suspendidos en el aire. Pero otros tantos aún se interponían en su camino, entonces a riesgo de sufrir alguna descompensación molecular, absorbió el Caramelo Número Uno. Se elevó en medio del vacío de la escalera que antes había recorrido e hizo elevar a sus contendientes por los aires, direccionándolos hacia la Burbupura que había sido situada casi en la entrada de la edificación. Ésta adoptaba el tamaño necesario para admitir a sus nuevos usuarios gigantes. Los gigantes moáis fueron arrojados por el portal hacia la costa del islote cercano, dónde se encontraba la otra Burbupura. Seguro se hicieron un lio para incorporarse.

 

Mientras, Piñato bajaba y ahora estaba frente a frente al captor de la terrícola. Con su poder telequinético lo obligó a separar ambas manos para liberar a la mujer, tomó su arma de balas temporales y paralizó al gigante. Luego tomó el dispensador de Burbupura y disparó uno nuevo allí junto al huevo para poder llegar rápidamente al islote atestado de gigantes de roca, que ya incorporados querían volver a la batalla. Piñato no se estaba midiendo con los caramelos, pero ya no era seguro usar el cubo y que lo devolviera lo suficiente en el tiempo, pues no se había recargado lo suficiente. En el islote Piñato absorbió el Caramelo Número Cinco lo que lo dejó invisible a los ojos de los enormes y torpes moáis, seguido del Caramelo Número Tres, lo que creó una proyección astral de sí mismo. Los gigantes de roca trataban de pegarle a la proyección astral pero inútilmente solo la traspasaban, entonces Piñato los tomaba de los pies y los arrojaba al mar muy lejos de la costa, sin que éstos se percataran de su presencia. Ya en el mar, los enormes monstruos eran incapaces de volver a la superficie. Cuando terminó la ardua labor y  el fondo del mar se encontraba adornado de moáis, volvió por el portal Burbupura junto a sus amigos, quienes habían visto todo en el reflejo de la burbuja.

 

            —Eso tuvimos que grabarlo y subirlo a internet— dijo en tono gracioso Eliz, quien rememoraba una antigua plataforma humana para compartir videos, una broma que nadie entendió más que su esposo que soltaba una carcajada entre nervioso y aliviado de haber podido salir vivo de eso.

 

Piñato reubicó el huevo en su sitio mientras aún era gigante. El artefacto recobró su brillo de nuevo. Al parecer todo había terminado, por fin podrían volver al pasado. El zukariano y la terrícola se despidieron del viejo y la pareja, con las ondas azules de la máquina de fondo.

El viajero del espacio y el tiempo ya no tenía rastros de los caramelos en su organismo cuando ya se disponía a partir junto a su amiga Danna. Abrieron la compuerta del enorme huevo y dieron un paso hacia su interior.

 

—¡Deténganse un momento! — una voz potente pero elegante se alzó en toda la sala.

 

Sin tener control de sus cuerpos, los cinco se elevaron a unos cuantos centímetros del suelo totalmente paralizados. Ni siquiera podían mover los ojos, salvo un leve temblor que lograban articular en sus globos oculares.

 

            —Lo han hecho fantástico, en serio, no creí que lo contaran después del ejercito moái— una figura estilizada y negra, con lo que parecía una cabeza de chacal se empezaba a asomar por un costado de las víctimas. En su cuello había un collar con esferas de distintos colores, una esfera azul emitía más luz que las demás—. Pero no me sirve que viajen solo 11 años hacia el pasado, es muy poco tiempo para darle un buen argumento a esta historia. Piñato de seguro encontraría la forma de arreglar el problema de su planeta y el de Danna. Sin un conflicto como ese la trama se acabaría — el individuo arrastraba una cadena atada a una criatura, de una pequeña criatura, de una bebé humana transformada en cidor.

 

Danna quería gritar, su hija Annie estaba allí. La parálisis no le permitía mover siquiera un musculo. Solo una lágrima se asomó por uno de sus ojos, pero fue una lágrima que no cayó, pues parecía estar en un tiempo suspendido.

 

El ser negro, con tintes amarillos en su cuerpo, era un cidoriano. Solo el collar de esferas lo adornaba, no parecía ser de un círculo alto de poder, pero como saberlo, Piñato no sabía mucho de ellos.

 

            —No llores por tu hija, no la he tratado nada mal, incluso le gusta que le rasque la cabeza — el cidoriano acarició la cabeza de la pequeña Annie, que parecía feliz, pues estaba moviendo su pie izquierdo de arriba a abajo, mientras movía su cabeza en señal de aprobación—. Tienen que saber que ya no tienen control sobre sus vidas, que son un simple show más en nuestra cadena de entretenimiento cidoriano. Por cierto un show que sin la ayuda de Piñato no hubiera sido posible. El día que le quitaste el poder del tiempo a tu raza entregándonoslo en bandeja de orozuz, hiciste nuestro imperio invencible, ya no hay un ahora, un antes o un después, somos un siempre, somos la constante del universo y cada ser en él, nos obedece. Nada de lo que puedas hacer, viajero del tiempo y del espacio, nos puede afectar, si ustedes zukarianos, revolucionaron la exploración de la cuarta dimensión, nosotros los cidorianos estamos en la cúspide de la sexta dimensión. He visto como triunfas y fracasas tantas veces, como tomas distintas decisiones, te he visto en incontables líneas de tiempo, de las que jamás tendrás memoria. Te dejaría seguir tu destino, que lograras redimirte, pero debes saber que no tendría caso, si cambias un suceso, sus consecuencias no se borran, se graban en una línea de tiempo distinta, así que solo te estoy ahorrando la desilusión de salvar a un pueblo que será conquistado de nuevo por nosotros, tantas veces como queramos, porque somos dueños de cada línea de tiempo.

 

El zukariano desahuciado, dejó de forzar a su cuerpo para salir de la parálisis, al igual que sus cuatro compañeros. ¿Qué sentido tenía seguir luchando por un futuro imposible?

 

            —Has tenido una buena acogida, y ser popular entre millones de vidas vigiladas por los cidorianos, es todo un privilegio. Por eso estoy aquí, porque tenía que dirigirlos un poco para continuar con esto de la mejor manera, no con un final feliz tan insulso y predecible. Para que sigan sus aventuras los enviare diez mil años hacia atrás, una época en medio de la primera y la segunda era de la Tierra. No voy a contarles como lucía el planeta, para no arruinarles la sorpresa— el cidoriano desplegó una amplia sonrisa de despedida, cambió las perillas de roca, para señalar el tiempo adecuado. Depositó los cinco cuerpos en el huevo gigante y movió su mano de lado a lado diciendo adiós.

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