PRIMERA LÍNEA TEMPORAL
Capítulo 1
Hormigas ácidas
Que noche más macabra, vi lloviendo hormigas,
Todas se colaban por las rendijas, de
las casas llenas de baratijas,
Hacían ruidos alienados, parecían
instrumentos desafinados,
Era más que una ilusión, era un
mensaje de otra dimensión,
Al parecer todo el mundo dormía,
mientras esto sucedía,
Activé el Caramelo Número Cinco y
seguí el rastro de energía y olor cítrico.
Al parecer
también habían llegado a este planeta, aunque Piñato fue muy cuidadoso al no
dejar ningún rastro, eso no bastó para evitarlo.
El Caramelo Número
Cinco que absorbió Piñato, le daba la posibilidad a sus células de reflectar la
luz y proyectarla a través de su cuerpo, en otras palabras era invisible a los
ojos humanos.
Para él no
era nuevo enfrentar situaciones como éstas, siempre las asumía con total
tranquilidad y serenidad, algo muy típico en él; pero esta vez era diferente,
estaba angustiado, no entendía cómo podía estar sintiendo esta emoción, podía
ser a causa de su contacto con la Nova Terra, con esta dimensión, con los
mismos humanos; pero no podía detenerse a pensar en ello, primero debía
resolver cómo deshacerse de las hormigas sin causar el mínimo revuelo entre los
habitantes de las casas.
Piñato nunca
había visto este tipo de insecto, por lo menos personalmente y mucho menos de
esos colores, verde y violeta, pero fueron aquellos colores los que le
aclararon el origen, fueron aquellos colores la causa de su angustia, fueron
aquellos colores los que ya habían causado tanto daño a otras civilizaciones.
Absorbió el
Caramelo Número Uno, para elevarse sobre los techos de tejas blancas, adornados
con gatos maullando y revolcándose sobre sus espaldas; logró colarse en una de
las casas a través del patio, atravesó la puerta trasera, que para su fortuna
estaba abierta. El principal objetivo era atrapar a una de las hormigas, solo
debía modificar su composición molecular y conectarla astralmente a las demás
con el Caramelo Número Tres, de manera que anulara la acidez que posiblemente
querían inyectar en las mentes humanas. Debía darse prisa si quería lograrlo.
Ya dentro de
la casa, se movió ágilmente sin hacer ruido y alcanzó el pasillo del segundo
piso. Notó el brillo que se colaba por debajo de una de las puertas, la abrió inmediatamente,
dejando ver la escena de un pequeño bebé humano que parecía hipnotizado ante
los colores, con hormigas invadiendo todo su cuerpo, se aglutinaban para llegar
a su pequeña cabeza.
Piñato se
arrojó elevándose pocos centímetros del suelo logrando alcanzar una de las hormigas,
pero cuando se disponía a hacer su truco astral, fue demasiado tarde, el bebé
humano ya había sido mordido en la frente. Poco a poco, las extremidades del
infante, se deformaron, su rostro se agudizó y su cabellera creció, ahora era
un pequeño monstruo de un verde fluorescente, tan confundido que no pudo
mantenerse calmado.
Las hormigas
desaparecieron, pero al poco tiempo una humana adulta se asomó en la puerta de
la habitación, acudiendo debido al ruido que había provocado todo este
alboroto. Contempló un ser totalmente extraño y notó la ausencia de su bebé; fue
tal la confusión y desesperación que intento darle una patada al monstruo. Como
Piñato era invisible se interpuso recibiendo el golpe de lleno, evitando que el
bebé transformado fuera herido, quedó inconsciente, pero protegió al pequeño;
el bebé escapó rompiendo la ventana y dando saltos frenéticos, la mamá se quedó
viendo como éste se alejaba por la calle, junto con otros seres similares de
diferentes tamaños que venían de distintas direcciones.
Ella estaba
desconsolada, su bebé no estaba y pensaba lo peor, tal vez aquel monstruo se lo
había comido, aunque no había rastros de sangre ni restos que indicaran esa
tragedia. Se encontraba tumbada en el suelo llorando, no entendía nada de lo
que pasaba. El cuerpo de Piñato comenzó a perder transparencia, pues el efecto
del Caramelo Número Cinco ya estaba terminando, y para la mamá se volvió
visible.
Si lo que
había acabado de pasar no era suficiente, un muñeco acababa de aparecer de la
nada ante ella. Era de un color blanco muy puro, con algunos toques de verde y
rojo en las patas, tenía orejas en forma de cono y su trompa parecía la de un
caballo, todo adornado de azul, verde y rojo; tenía poco menos de un metro de
alto y en su barriguita se dibujaba un rayo de colores. Parecía cosido en
distintas partes, pero las costuras no sobresalían, eran internas pero
visibles, como si las cubriera una capa de piel adicional y traslucida. Lo que
más la impresionó fueron sus ojos, dos círculos totalmente inexpresivos, sin
iris aparente o signo de dirección, una mirada perdida.
La mujer, en
silencio pero aterrorizada, con una parálisis en medio de temblores que la
obligaban a no desmayarse, se preguntaba si todo aquello era un simple sueño,
evidentemente ya hubiera despertado empapada en sudor, pero no, seguía ahí
viendo todas las locuras posibles y retando a su mente para comprender aquella situación.
— ¿Podría usted calmarse? — se dirigió Piñato
hacia ella, recobrando poco a poco el sentido, pero aun acostado en el suelo —,
sufrir y tener miedo no la ayudará en nada — seguía mirando el techo.
— ¡Estas HA-BLAN-DO! — gritó la mujer con voz
temblorosa y totalmente fuera de si — ¡Estoy loca!, no me basta con tener
deudas y estar sola con mi pequeña bebé sino que ahora veo cosas, no sé dónde
está mi niña, tal vez la maté o la dejé en algún lugar y no recuerdo, ¿por qué
me pasa esto a mí?, ¡Solo trato de hacer las cosas bien pero nada resulta! —
exclamó entre sollozos.
— No está loca, solo está confundida, no
debería haber visto nada de esto, no debió ocurrir así — Piñato se reclinó
hacia adelante y volteó a mirarla —, así que su bebé es una hembra… — divagó un
poco —. Su bebé aún existe, solo que ya no es la misma, y será difícil
recuperarla, en este momento debe estar muy lejos de aquí transformada en ese
monstruo.
— En ese monstruo… — la mujer se levantó sin
siquiera entender o asimilar una mínima parte de lo que acababa de escuchar,
pero estaba decidida a seguir a su bebé fuera un monstruo o no.
— No se apresure, correr no servirá de mucho,
en este momento puede estar al otro lado del mundo o en un mundo paralelo, solo
mantenga la compostura y trate de asimilar lo que voy a intentar explicarle —
Piñato la guio a la sala y ambos se sentaron en el sofá. Al gracioso ser le
costó algo alcanzar el asiento, pero se las arreglo aún con sus patas aparentemente
poco prensiles. Evidentemente la mujer estaba tan conmocionada que lo único que
le quedaba era seguir las indicaciones de ese muñeco parlanchín —. Verá… —
prosiguió él, mientras la figura de rayo se desvanecía de su barriga —, yo soy
un zukariano, un ser de un planeta muy lejano llamado Gluton, nuestras razas,
humanos y zukarianos, compartieron conocimientos hace millones de años, pero
por alguna razón ustedes nos expulsaron, no sabemos por qué y eso vengo a
averiguar.
— Que gracioso muñeco, solo confirmas que
estoy esquizofrénica — lo interrumpió —, pero dime por favor, ya que eres un
invento de mi cerebro, ¿dónde está mi hija? — hablaba más calmada pero con aire
deprimente, si este muñeco era parte de su locura, la respuesta de la
desaparición de su hija debía estar en él.
— Para empezar no soy un muñeco, su bajo
conocimiento no le deja ver la verdad — dijo Piñato subiendo un poco el tono de
su voz, pero calmándose inmediatamente —. En cuanto a su hija, fue mordida por
una hormiga, como le dije anteriormente, huyó por la ventana transformada en un
cidor, un sirviente de los cidorianos, enemigos de cualquier forma de vida.
— Esta bien te creo, o voy a seguir tu juego,
no importa como lo diga — exclamó rendida, pues aunque seguía sin creer una
palabra, estaba resignada a aceptar su reciente enfermedad mental —, ahora dime,
¿cómo se supone que la recuperaré?
¿Cómo
recuperarla?, como respondería a esa pregunta, si no tenía ni la más remota
idea, estaba en medio de una misión personal, con poca tecnología a su alcance;
se sentía abandonado, probablemente no volvería a su planeta; aquel mes
terrestre lo había hecho preguntarse tanto sobre sí mismo como nunca en su vida
lo había hecho, aunque los zukarianos tenían bastante conocimiento sobre las
leyes que gobiernan el universo, aunque habían logrado dominar la cuarta
dimensión y muchas otras tecnologías que les permitieron explorar el cosmos, ¿qué
tanto sabían sobre sí mismos?, si no tenían sentimientos, si solo podían
estudiarlos a través de los humanos; qué había en la Nova Terra que lo hacía
pensar en ello.
— No lograré mucho sin antes
recargarme de energía electromagnética, además tenemos que ir primero a cierto
lugar para conseguir más caramelos moleculares, nos enfrentamos a la peor amenaza
de este universo — contestó Piñato en tono decidido y levantándose del sofá, pensaba
en que ya descubriría como resolver esta situación en el camino. — Por cierto
mi nombre es Piñato ¿cuál es el suyo?
— Me llamo Danna Doom, vengo del
planeta Nova Terra y mi misión es encontrar a mi hija que se convirtió en un monstruo
— dijo Danna, tratando de convencerse de que no estaba loca, y al mismo tiempo
afirmándolo aún más —, te aconsejo que me tutees pareciera que me regañaras a
cada momento y si pasamos un buen tiempo juntos, lo mejor es que tengamos un
buen trato — parecía más calmada con el asunto.
Una mujer
invadida por la idea de tener una complicación muy grave en su cerebro, y un
viajero espacial invadido por la idea de estar totalmente perdido en este
planeta, ambos, zukariano y humana emprendieron un viaje que reavivaría las
antiguas alianzas.
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